Fernanda Zárate Reyes
Psicoterapeuta y sexóloga
10/05/2014
Nadie
a una madre es igual, sólo en su amor inmortal; toda
la dicha se encierra, pues no hay amor en la tierra; como
el amor maternal.
Recité este poema
religiosamente durante varios años como muestra del amor que sentía hacia mi
mamá y de lo agradecida que estaba por tenerla. En mi mente infantil resonaban
estas palabras como si fuesen la mayor expresión de amor, como si le estuviese
dando un maravilloso regalo en su día. Por supuesto, ella se conmovía –aunque
cada año supiese en qué consistiría su festejo–. Este año quiero celebrar y
agradecer en el Día de las madres la
importancia de este maravilloso ser en nuestras vidas, resaltando el vínculo
materno como una de las primeras experiencias más importantes relacionadas con
el desarrollo psicológico de cada persona.
De acuerdo con
la teoría del desarrollo de la personalidad propuesta por Eric Erickson (psicoanalista
estadounidense), desde las primeras
semanas de nacimiento hasta los 18 meses la personas percibe qué tan confiable
es el mundo. Este tiempo sirve para forjar el necesario desarrollo del
equilibrio entre una confianza que le permita establecer relaciones y una desconfianza
que le permita protegerse a sí misma. Si vence la confianza contra la
desconfianza, se desarrollará la virtud de la esperanza. En caso contrario,
existirán dificultades para relacionarse. Por ello la importancia de procurar vínculos
afectivos poderosos.
El hecho
físico de sostener a la persona recién nacida en los brazos, del que habla Winnicott
(pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés) en el “holding”, constituye una forma de amar, de sostén y contención
brindado por la madre en las primeras etapas. Después, es importante observar
el tipo de comunicación que se establece entre la madre y la hija o el hijo
pues el tipo de interacción que se guarde no sólo sienta las bases del tipo de
apego que se tenga, sino también la calidad de sus relaciones posteriores.
Gutman (terapeuta
familiar y escritora argentina) explica que, aunque en
el momento del nacimiento el cuerpo físico de la persona recién nacida se
separa del de la madre, sigue existiendo una fusión emocional a lo largo de los
primeros nueve meses de vida. Durante esa etapa, la persona recién nacida conserva
sus capacidades intuitivas y telepáticas totalmente conectadas con el alma de
su madre, y vive como propio todo lo que la madre experimenta, ya sea miedo,
rechazo, preocupaciones o alegría y bienestar.
Con
base en este recuento de diversos estudiosos psicológicos propuestos, puedo
concluir que la relación madre-hija madre-hijo se describe principalmente bajo
el aspecto afectivo, en donde el amor que la madre sienta y demuestre a su hija
o hijo desde los inicios del embarazo establece los cimientos para sus
relaciones del futuro y su capacidad de amar.
Me doy cuenta de la importancia del vínculo materno
desde el inicio de la vida y lo significativo de este para sentar las bases de
las relaciones interpersonales.
Fernanda Zárate Reyes
Psicoterapeuta y sexóloga
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interesante! gracias!
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