Nayeli Reyes González
Psicoterapeuta
19/05/2014
Todas las
personas tenemos derecho a una vida saludable y desprovista de violencia, sin
embargo, muchas personas vivimos una exposición constante a situaciones que ponen
en riesgo nuestra integridad física, emocional y sexual, e impactan en
distintos ámbitos de nuestro desarrollo a lo largo de su vida. A veces desde el
ser personas receptoras de violencia, otras desde el ser personas generadoras
de violencia y otras más desde el ser personas testigo de eventos violentos.
Durante el
período de la infancia, se considera maltrato infantil a la conducta que
ocasiona un daño real o potencial a la salud, supervivencia, desarrollo o
dignidad de las personas que vive esta etapa de la vida.
A nivel
mundial se reconocen cuatro tipos de maltrato infantil: abusos físicos, abusos
sexuales, abusos emocionales y psicológicos, y desatención. Aunque, en todos los casos, las lesiones a nivel
corporal no son tan dañinas para el bienestar de la persona que atraviesa por
la infancia como lo son las consecuencias psicológicas y sus efectos duraderos
sobre su desarrollo neurológico, cognitivo y emocional y su salud en general.
Entre los factores de riesgo más comunes se encuentran:
- Las personas en la adultez que no están en condiciones de atender a la persona en la infancia debido a su dificultad para establecer vínculos afectivos sanos, ya sea porque se encuentran deprimidas o abrigan sentimientos de baja autoestima o ineptitud;
- Las rupturas familiares;
- Las personas en la adultez que responden a un “mal comportamiento” con castigos físicos para disciplinar a las personas menores creyendo en su eficacia; y
- Las personas en la adultez que practican un consumo desmedido de alcohol o estupefacientes;
- La discriminación de las personas por no ser deseadas, por contar con alguna anomalía congénita o con síntomas de desequilibrio mental o por exhibir comportamientos peligrosos;
- Las personas en la infancia que se encuentran a cargo de personas en la adultez que fueron maltratadas en su infancia;
- La inestabilidad socioeconómica.
Es muy común
encontrar que el maltrato infantil, como otros tipos de violencia, sea
acompañado por el silencio de las personas involucradas en esta relación de
violencia, por eso será importante tener presente los siguientes signos que
manifiestan las personas en la infancia receptoras de violencia: lesiones
físicas, evasión del contacto físico, seguridad disminuida, estima poco
satisfactoria, retraimiento, ansiedad, violencia,
apatía, aislamiento o poca socialización, pensamientos de desvalorización, problemas
de aprendizaje escolar, retardo en el desarrollo físico y/o intelectual, etc.
Si se llegara a presentan uno o más uno de estos signos, es importante
intervenir de inmediato, averiguando las posibles causas y buscando los apoyos
legales, médicos, sociales o psicológicos necesarios que posibiliten el cambio
de esta situación de violencia por una más satisfactoria.
Recordemos
que, el maltrato infantil, como la violencia en general, es un asunto que
involucra a más de una persona y, en este caso que nos centramos en la etapa de
la infancia, las acciones de cambio deberán venir principalmente de las
personas adultas. Así que, algunas acciones preventivas por parte nuestra
deberán tender al bienestar de la persona en la infancia, tales como: reafirmar
siempre sus comportamientos positivos, para que adquieran mayor confianza y
seguridad en sí mismas; favorecer el autocontrol de la propia conducta surgida
de reacciones emocionales explosivas; crear un ambiente de confianza para que,
en caso de existir algún tipo de abuso, lo comunique de manera inmediata; y educar
desde el cuidado y respeto que se debe tener y pedir a las demás personas hacia
su cuerpo.
A veces, desde
nuestro ser personas adultas, puede ser menos fácil implementar algunas de
estas acciones de prevención por la experiencia de vida que tenemos, por eso
será importante encontrar una orientación sobre estilos de crianza y disciplina
constructiva e incrementar nuestras habilidades para afrontar los conflictos,
si es que queremos reducir el maltrato infantil y aumentar la calidad de las
relaciones educativas y afectivas entre mi ser padre, madre o persona en la
adultez y su ser hijo, hija o persona en la infancia.
Resulta
importante mantenernos alerta para identificar si alguna persona en la infancia
a nuestro alrededor es receptora de algún tipo de abuso, y de ser así es
nuestra responsabilidad como persona dar aviso a las autoridades
correspondientes y acudir son los especialistas indicados para solicitar el
apoyo necesario.
Nayeli Reyes González
Psicoterapeuta
www.centroliber.com
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